ASTRONÓMICA

Fernando Pascual, Ferran, es una persona especial: todos los habituales de la Agrupación le conocen y podrán atestiguar que es difícil encontrar alguien con mayor voluntad de ayudar y más entusiasmo hacia la astronomía.

No siempre es fácil seguirle en sus explicaciones. Su discurso es rápido, casi sin pausas para descansar y respirar; este entrevistador lo puede atestiguar. Pero su locuacidad está basada en el entusiasmo, en las ganas de explicar todos los detalles y por su interés en hacer las cosas bien.

Ferran es un hombre forjado a sí mismo. A los 14 años empezó de aprendiz de mecánico con su padre y toda su vida profesional la ha dedicado a este trabajo, impulsando una pequeña empresa de matricería, con sus grandes éxitos y con las pequeñas decepciones que nunca le han derrotado en su entusiasmo.

Hoy, a los 66 años, está jubilado y eso no le impide desarrollar una actividad frenética. Es uno de los colaboradores más destacados de la Agrupación Astronómica Sabadell, pero para Ferran esto no es suficiente ya que, además de su pasión por la astronomía, tiene otros intereses científicos: es socio del Institut Català d’Ornitologia, del Grup d’Ornitologia del Tenas i del grupo Amics del Museu de Ciencies Naturals

Hace unas semanas mantuvimos con él una pequeña entrevista en la biblioteca de la Agrupación, que transcribimos a continuación:

Ferran, ¿de dónde proceden tus conocimientos de astronomía?

Básicamente de la propia Agrupación. He seguido 15 cursos y 35 talleres. Recuerdo con especial cariño los primeros, impartidos por Josep M. Oliver, relativos al uso de telescopios de aficionado y al conocimiento del firmamento. 

¡Quince cursos!... increíble, pero entiendo que tu interés por la astronomía venía de antes…

¡De mucho antes! Cuando era un crío miraba las estrellas e intentaba identificarlas, primero con poco éxito y poco a poco, de una estrella a otra, fui aprendiendo las constelaciones… Recuerdo, a los 12 o 13 años, mi primer libro de ciencia, «Cibele», en el que había unos dibujos del cielo estrellado que me maravillaban. El brillo de sus ojos delata que Ferran se emociona con estos recuerdos.

Era todo a simple vista…

Al principio sí. Recuerdo, por ejemplo, la emoción con la que buscaba infructuosamente el satélite Sputnik; no pude verlo pero me mantuvo horas ilusionado observando el cielo. Después empecé a usar unos binoculares de mi abuelo. Hoy muchos los despreciarían pero eran una joya para mí… ¡veía multitud de estrellas! Mi objeto preferido eran Las Pléyades.

¿Qué libros te inspiraron?

Para mí, la adolescencia y la juventud fueron años de lectura intensiva, recuerdo «Robinson Crusoe» y la mayor parte de las obras de Julio Verne. Me impresionó, especialmente «Viaje al Centro de la Tierra» -Ferran empieza a relatar de memoria un fragmento de la novela.

¿Cómo evolucionó tu afición?

Recuerdo que los domingos por la mañana desayunaba con mi mujer y mis tres hijos. El tema de conversación casi siempre era el mismo: la serie «Cosmos» de Carl Sagan. Seguramente eso estimuló nuestro interés por la ciencia y quizás animó a mis hijos a estudiar: uno es abogado, el otro biólogo genético y la mayor, licenciaba en medicina y cirugía… -Ferran interrumpe durante un segundo su explicación y adivina de inmediato mi próxima pregunta, reanudando de nuevo su veloz explicación:

Un buen día mi mujer me regaló un telescopio, un refractor acimutal de 90 mm con el que se podían ver multitud de objetos. Al principio era incapaz de usarlo, pero poco a poco conseguí dominarlo. Acudí en busca de ayuda a una asociación de astronomía de Barcelona y a la Agrupación de Sabadell. Conocí a la secretaria de la entidad, Ester Vigil, y decidí de inmediato hacerme socio. De esto hace más de diez años.

Si tuvieras que destacar las dos actividades en la Agrupación que más te han ilusionado ¿cuáles elegirías?

¡No sabría que decir!... Colaborar con el grupo de debutantes ha sido muy gratificante para mí. Me permitió conocer muchas personas y forjar una buena amistad con Mercé Correa, Núria Franch, etc. —Aquí Ferran se detiene un momento, se peina instintivamente con la mano y sigue su explicación:

También destacaré mi colaboración con grupos de investigación RR Lyrae, cuasares y asteroides. Aprendí mucho con ellos.

Bien, ya veo que tus intereses han sido muy variados. ¿Qué me dices de la observación visual con telescopio?

Disfruto intensamente con ella y a veces hago dibujos. Ahora dispongo de un Schmidt-Cassegrain de 200 mm con montura alemana. Me gusta observar estrellas dobles y cometas, pero mis objetos preferidos son el cielo profundo y nunca me canso de contemplar la nebulosa de Orión.

En la biblioteca de la Agrupación hay varias personas hojeando revistas y libros, pero advierto que todos, en realidad, escuchan las explicaciones de Ferran; a continuación le pregunto:
¿Cuál es ese proyecto que tienes en mente y que vas a lograr en breve?

No sé si lo lograré pero estoy empeñado en ver la estrella compañera de Sirio. Pronto estará en el afelio y será el momento indicado para intentarlo. También me he propuesto observar algún día el cielo del hemisferio sur.

Bien… me has contado muchas cosas. Para acabar me gustaría que te autodefinieras.

No sabría qué decir… pero mi mujer lo tiene claro ya que siempre me dice «tú has nacido con el don de la curiosidad»

¡Vaya! Pues, por lo que te conozco, es la mejor definición posible de Fernando Pascual…

Iniciamos una nueva sección mensual en la que entrevistaremos a colaboradores de la Agrupación con el fin de conocer detalles de su afición a la astronomía y de su faceta más humana. Son socios que, de forma totalmente desinteresada, colaboran y han hecho posible muchos de los logros de nuestra entidad.

En este caso nos referimos a Leonardo Tello (Leo a partir de ahora), un hombre afable, de 67 años, que, por su talante y por su forma de expresarse, nos transmite paz y complicidad.

De joven estudió maestría industrial en la Escuela Industrial de Barcelona y ha dedicado toda su vida profesional a instalaciones eléctricas en el ámbito industrial. Ahora disfruta de una merecida jubilación y solo realiza pequeños trabajos de tipo doméstico para familiares y amigos que le piden un favor. Siempre tiene una respuesta amable y desinteresada ya que le gusta sentirse útil y ayudar a los suyos. Tenemos la suerte de que esté en la Agrupación ya que también nos ha ayudado en varios proyectos.

Hace unas semanas mantuvimos con él una pequeña entrevista en la sede de la Agrupación:

Leo, ¿cuándo surgió tu interés por la astronomía?

Es difícil saberlo porque la ciencia y, en particular la astronomía, siempre me han interesado. Seguramente fue la serie de televisión «Cosmos», de Carl Sagan, la que impulsó mi afición, pero el primer detonante fue la película «2001. Una Odisea en el Espacio». Fue estrenada en 1968, o sea, cuando apenas tenías 20 años. Es que su argumento, imágenes y música tuvieron en mí un gran impacto. La he visto varias veces y no deja de impresionarme; creo que su mensaje es perfectamente actual pese a los años que han transcurrido desde su estreno -a Leo se le iluminan los ojos cuando habla de la obra de Stanley Kubrick.

¿Cómo evolucionó tu afición? 

Ha ido creciendo con los años y se ha extendido a toda mi familia. Mi hija mayor, Gemma, estudió astrofísica en la Universidad de Barcelona y hoy ejerce su segunda pasión, la meteorología. Además, Gemma se casó con un auténtico astrónomo amateur al que considero mi mentor: José Luis Chica. Por otra parte, mi hija menor, Meritxell, tiene también ese mismo interés por la ciencia y es fácil verla los miércoles en las conferencias semanales de la Agrupación.

Pero tu astronomía... ¿es más de salón o de observación?

A mí me gusta la naturaleza y disfruto contemplando el firmamento con un cielo oscuro. La verdad es que desde mi domicilio en Barcelona poca cosa puedo ver. Por esta razón me gusta coger el coche y buscar cielos limpios y oscuros.

¿Qué telescopio utilizas?

Tengo un Newton Celestron de 130 mm de abertura con una montura acimutal automatizada. Es un telescopio muy luminoso, ligero y fácil de usar. Estoy encantado con él —Leo lo explica con cierto orgullo y satisfacción.

¿Desde donde sueles observar? 

Me he desplazado a muchos lugares, pero en los últimos años prefiero los campos de observación de la Agrupación en el Montsec. Allí suelo disfrutar de un buen cielo y puedo disponer de conexión eléctrica, microondas, nevera, servicios ¡y la compañía de otros aficionados a la astronomía! 

¿Te desplazas solo hasta Àger?

Casi nunca. Prefiero ir con mi yerno, José Luis Chica. Es como una enciclopedia astronómica; de él aprendo cada noche de observación. Moviliza un telescopio impresionante: un Newton Orion Optics de 250 mm cuyo tubo ¡ocupa todo el asiento trasero de su coche! Vale la pena echar el ojo con ese telescopio.

¿Qué tipo de observaciones te gusta hacer?

De todo un poco. Pero no me entretengo mucho con los planetas y la Luna. Lo que más me gusta es observar galaxias, nebulosas y cúmulos...

Y ¿cuál es tu rutina de observación?

Tras llegar a Àger y charlar con algún observador del campo, instalamos con mi yerno los telescopios. Hace poco adquirí una tienda de campaña especial para uso astronómico. Es rápida de montar y me protege del viento y del frío durante la noche. Además evita que el viento haga vibrar el telescopio. Instalo mi ordenador portátil que tengo conectado con mi Newton de 130 mm y a través del software dirijo el GOTO 

del telescopio y... ¡a disfrutar!

¿Cuál es tu objeto astronómico preferido? 

Solo puedes elegir uno.

¡No lo sé! —Leo permanece en silencio durante unos segundos. Finalmente sus ojos delatan que sus dudas se han desvanecido y exclama: 

—¡M 42! Desde un cielo oscuro es insuperable. 

Es seguro que muchos coincidirán contigo. 

¿Cuál es tu próximo proyecto astronómico?

Acabo de adquirir una webcam Celestron y ahora el reto es aprender a usarla y tomar buenas imágenes con ella.

Bueno, pues te deseo éxito y que sigas disfrutando de la observación visual del cielo profundo. 

Por cierto, ¿has conseguido descifrar qué simboliza el monolito de «2001. Una Odisea del Espacio»?

(Rie). La verdad es que no lo tengo claro. Espero ver la luz la próxima vez que vea la película...