27 febrero 2019
Al final de su vida, alrededor del 95% de las estrellas evolucionan a gigantes rojas que se desprenden de su masa a través de lo que se conoce como un viento estelar. Eventualmente se desvanecen en forma de nebulosas planetarias con un núcleo estelar caliente llamado enana blanca. Personal investigador de 14 instituciones científicas europeas, entre las que se encuentra el IAC, ha detectado que el viento estelar de estas estrellas no es más intenso de lo normal, pero que se ve afectado por una pareja que, hasta ahora, se había pasado por alto: una segunda estrella que rodea a la gigante roja. Se ha visto que la última fase evolutiva de estas estrellas viejas no está caracterizada por un corto “superviento extremo”, sino más bien por una fase de “viento normal” mucho más larga. Las viejas estrellas tardan más en morir. Más información en el IAC.